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El Cerebro del Niño Explicado a los Padres

Todo niño tiende a alcanzar su máximo potencial. La pirámide de Mashlow muestra que una vez que las necesidades básicas de de alimentación, seguridad, cariño y autoestima esten cubiertas, el niño tendrá mayor capacidad para perseguir y alcanzar todo su potencial.

El juego como herramienta de educación

El niño percibe el mundo principalmente, a través de las emociones, el juego y el afecto. Jugar es clave para apoyar el desarrollo intelectual del niño. El cerebro del niño esta diseñado para aprender a través del juego, utilizalo como herramienta de educación. El juego y el contacto físico –mordisqueos, abrazos, besos– despiertan sus emociones. Sientate o túmbate en el suelo, y ponte a su nivel para favorecer el juego e interacción.

La estructura del cerebro

En el cerebro se encuentran unas estructuras más antiguas, altamente especializadas en procesar emociones, y otras más modernas, capaces de complejas operaciones intelectuales.

  • El cerebro reptiliano es el más primitivo. Nos permite luchar por nuestra supervivencia. Es el encargado de hacer latir nuestro corazón, respirar, el que regula los estados de alerta o la detección de los cambios de temperatura.
  • El cerebro emocional, encargado de distinguir emociones agradables y desagradables. Se activa para evitar sensaciones desagradables como peligros, amenazas y situaciones que nos provocan miedo, y para buscar y perseguir emociones agradables como alimentarnos, estar con personas que nos hacen sentir seguros.
  • El cerebro racional, distingue a los humanos de otros animales y nos permite tener consciencia de nosotros mismos, comunicarnos, razonar, ponernos en el lugar de otro o tomar decisiones basadas en pensamiento lógico.

En los niños, los cebros más presentes son el reptiliano y el emocional.

Cerebro Experiencia Estrategia Efectiva
Reptiliano Hambre, sueño, dolor. Lloro desconsolado Satisfacer la necesidad, calmar la molestia
Emocional Sentirse ilusionado, asustado, frustrado, enrabietado Ayudarlo a conseguir lo que quiere, a conformarse con lo que no puede tener. Empatizar. Ofrecer seguridad y afecto
Racional Recuerda hechos relevantes, quiere trazar un plan, quiere concentrarse. Se siente insatisfecho Ayudarlo a pensar, a concentrarse o a recordar. Ayudar a conectar con su cerebro emocional

Cerebro emocional vs racional

No hay correlación entre la inteligencia racional y la emocional. Son areas diferenciadas e independientes del cerebro. Las personas capaces de equilibrar ambas inteligencias no solo son las más felices, sino también aquellas con mayor capacidad de alcanzar sus metas. Una educación equilibrara presta atención a ambas inteligencias.

Herramientas para educar a nuestros hijos

Paciencia y comprensión

Hasta los 18 meses, la relación de los padres con los niños es relativamente sencilla. El cerebro de un niño de dos a tres años no es capaz de hacer muchas de las cosas que los padres creen que puede hacer. La concentración, la persistencia, o el auto-control son tareas difíciles para ellos. Una buena receta es la comprensión y ayuda por parte de los padres en tareas que así lo requieran.

Alimentación

Es normal que los niños rechacen alimentos amargos o de color verde, su cerebro reacciona instintivamente porque lo asocia con alimentos en estado de descomposición. Obligar no es la solución, acaba fomentando el efecto contrario. La estrategia más eficaz consiste en aplicar sentido común:

  1. Eliminar de casa otros alimentos más tentadores y menos saludables como galletas, patatas saladas o dulces
  2. Comer todo juntos para que el niño nos imite al comer verduras
  3. Que haya siempre verdura en la mesa que el niño se acostumbre a su aspecto y olor
  4. Dejar que el niño se sirva la cantidad que considere oportuna
  5. Partirlo pequeñiyo para que pueda habituarse a su sabor poco a poco
  6. Animarlo a probar su sabor poco a poco
  7. Tener un ambiente distendido y relajado en la mesa que ayude al niño a asociar comida saludable con cariño y diversión

Los niños saben mejor que los adultos la cantidad de comida que deben comer. En muchos casos es saludable que se dejen hasta la mitad de la comida que les sirvieron.

Rabietas

Los niños no tienen capacidad para calmar su frustración. Las neuronas inhibidoras no se desarrollan hasta los 4 años de edad. Calmar la frustración es algo muy difícil incluso para los adultos. Se trata de una tarea imposible para un niño. En estas situaciones los niños lo pasan realmente mal. Deja que tu hijo llore, patalee y descargue toda la energía acumulada. Tenemos que interpretar estas acciones como una forma de descarga de energía, no como un acto para conseguir lo que quiere.

La mejor manera de ayudarlo en estas situaciones no es chantajearlo, ni enfandarnos, ni tampoco ceder a la petición. Sigue los siguientes pasos con calma:

  1. Explícaselo. Las explicaciones no suelen surtir efecto, pero ayudan a que el niño vaya desarrollando su capacidad lógica. Explicar no significa convencer ni presionar. Si las explicaciones no surten efecto a la segunda o tercera vez, pasa al siguiente punto.
  2. Dale tiempo. Tiempo suficiente para que su cerebro descargue la energía acumulada. No tengas prisa.
  3. No te alejes. Si te marchas, la próxima vez recordará tu reacción y se angustiará aún más. La pataleta puede ser peor todavía.
  4. Utiliza la empatía. Cuando este suficientemente calmado, puedes utilizar frases sencillas como “Tu querías quedarte jugando un poco más, ¿verdad?”
  5. Ofrecele tus brazos. No le insistas ni lo fuerces.

Si al niño se le da lo que quiere durante una rabieta, puede aprender a enrabietarse de una manera deliberada.

Hay veces que los padres nos equivocamos. Es importante distiguir entre qué es un capricho o deseo y qué es una necesidad. Una buena forma de averiguarlo es preguntarnos si responde a las cuatro necesidades básicas de un niño:

  1. Hambre, por ejemplo pide un trozo de pan
  2. Sueño o cansancio, quiere irse a dormir o no puede más
  3. Frío o calor, queire una manta
  4. Protección y seguridad, pide que lo abracemos

Empatía

Para el desarrollo emocional del niño lo más importante es sentirse comprendido. Los objetos físicos son fáciles de contrastar porque solo tiene que estirar el brazo y tocarlos, olfatearlos o escuchar como suenan. Los sentimientos y las emociones son más difíciles de verificar, no hay manera de agarrarlos. La única manera de que un niño sepa que sus emociones o sentimientos son reales es tener a un adulto a su lado que responda congruentemente a esas necesidades y sentimientos.

Hacer saber al niño que lo comprendemos y lo atendemos es el factor más importante para que se desarrolle un apego seguro, la confianza emocional del niño. Un ejemplo:

– Odio a mi hermanito – Claro, no te gusta que mamá esté tanto tiempo con el bebé – Sí… (esta menos enfurruñada) – Te da miedo que mamá no te haga caso – ¡Sí! (se relaja) – Pues me parece que vamosa dejar a este enano aquí dormidito con papá y mamá te va a llevar al parque a ti solita. ¿Qué te parece? – ¡Sííí! (ya esta mucho más contenta)

Responder con empatía no solo hace que entienda que sus sentimientos son reales, sino que también ayuda a que se calme.

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otro. Simpatía es cuando coincides en el pensamiento de otra persona. Empatía es cuando no coincides pero lo entiendes.

Cuando tus hijos te reclamen, escúchalos, porque es posiblemente lo más importante que podemos hacer como padres.

Cuando una persona escucha una respuesta empática, el cerebro racional y el cerebro emocional sintonizan y eso tiene un efecto calmante sobre el cerebro emocional. Para ayudar a tu hijo a calmarse, a entrar en razón, la mejor estrategia es acompañar un abrazo de una reflexión empática que desactive la intensidad de la emoción.

A la hora de dar respuestas empáticas que conecten con el niño es tan importante acertar en la frecuencia emocional como en la intensidad.

Todas las emociones son positivas en si mismas. No debemos estigmatizar ningún sentimiento pues todos ellos son importantes.

La empatía no solo se refleja con las palabras. Una mirada de comprensión, una caricia, un bseo o un abrazo pueden ayudar a entender mucho más que una palabra.

La empatía es una herramienta muy valiosa para ofrecer al niño seguridad y una buena autoestima.

Refuerzo de normas y comportamientos

Ser comprensivo es muy importante, aunque también lo es ayudar al niño a superar obstáculos y a entender las necesidades de los demás así como las normas del juego. Lo primero permite al niño desarrollar su autoestima, lo segundo le permite desarrollar su confianza.

Para permitir que el niño sea capaz de conseguir sus metas siguiendo las “reglas del juego” es importante marcar unas normas estableciendo límites y haciéndolos valer. Es importante señalar a los niños qué comportamientos son adecuados.

Los niños desarrollan una parte considerable de sus habilidades intelectuales y emocionales a través de la observación e imitación. Las neuronas espejo ensayan silenciosamente muchos de tus comportamientos y programan el cerebro del niño para que este pueda repetirlos en situaciones similares.

Los niños tienden a replicar en mayor medida los comportamientos y expresiones del padre y las niñas, las de la madre. El efecto que tenemos en nuestros hijos y alumnos es muy poderoso. Los padres que educan con mano dura a sus hijos (les gritan, los castigan con dureza o les dan azotes) tienen muchas probabilidades de que estos sean expulsados de la escuela en algún momento, se metan en peleas o tengan embarazos no deseados durante la adolescencia. Esto es lógico pensando que los padres enseñaron con su ejemplo a perder el control en infinidad de situaciones.

Si quieres que tu hijo tenga fuerza para defenderse frente al abuso, no te dejes avasallar. Si para ti es importante que tu hijo sea sincero, se sincero con él y con las demás personas. Aprovecha la oportunidad de ser padre para ser la mejor versión de ti mismo por tus hijos. No tengas miedo a mostrarte tal como eres, es importante hacer saber a tus hijos que es bueno expresar emociones y pedir ayuda.

Reforzar a los niños a todas horas puede ser negativo para su autoestima. Los refuerzos aplicados en el momento adecuado y con la frecuencia adecuada son claves en la educación. Siguiendo esto, habrás ganado el 90% de la batalla de la eduación.

Reforzar significa fortalecer un comportamiento. Y estos refuerzos pueden ser de todo tipo, desde un premio como un jugete hasta una sonrisa. Muchos estudios han demostrado que los premios materiales son poco eficaces como refuerzo (incluso contraproducentes), los más eficaces son los gestos sencillos. La dopamina permite que el cerebro del niño asocie la conducta realizada con la sensación de satisfacción o recompensa.

Si consigues asociar las acciones que crees que son beneficiosas para él con la recompensa de que se sienta satisfecho o reconocido, lo ayudarás a que su conducta esté motivada de manera adecuada.

Para refozar hay que hacerlo de una manera proporcionada. Las recompensas más eficaces son las que van en sintonía con la conducta. Si cuando obedece o ayuda juegas con él o se lo agradeces, entenderá que cooperar lo une a los demás, y que esto es un valor importante. Si, en cambio cuando hace las cosas bien le compras un juguete, entenderá que tener cosas es algo realmente valioso en la vida y que cuando sea mayor necesitará tener muchas cosas para sentirse satisfecho o recompensado. Cuantas menos recompensas materiales, mejor.

Algo similar ocurre con la comida. Si enseñas a tu hijo que cada vez que tenga una buena conducta disfrutará de una chuchería, dulce o bolsa de patatas fritas, le estarás haciendo un flaco favor. Cuando crezca y se sienta satisfecho, su cerebro demandará un dulce o algún otro producto que sacie esa dependencia del azúcar que le hemos generado. Si no quieres que tu hijo utilice la comida como una forma de sentirse bien consigo mismo, te recomiendo también que no la utilices como recompensa. En algunos casos se puede reforzar con actividades que impliquen tomar algún dulce, como un paseo con papá o mamá es tan importante como el helado que se toma.

Recompensa a tu hijo con una recompensa social. Agradécele, felicitalo, otórgale algún pequeño privilegio o regálale tu tiempo para sentarte en el suelo a jugar el juego que él quiera.

Recompensas eficaces Recompensas poco eficaces
Pasar tiempo jugando a lo que el niño quiera Jugetes y otros premios materiales
Darle una responsabilidad (llevar las llaves) Comida
Darle un privilegio (elegir la cena) Indicarle que lo ha hecho bien, pero puede hacerlo mejor
Decirle que lo ha hecho bien Felicitarlo delante de los demas haciendole pasar vergüenza
Felicitarlo  
Darle las gracias  

Es muy importante que tengas en cuenta los gustos y las preferencias de tu hijo a la hora de seleccionar las recompensas.

La recompensa no debe ser el motor dle niño, sino la consecuencia agradable que ayude a que las conductas positivas se repitan y se motiven espontáneamente.

Los refuerzos deben darse después de que el niño haya hecho algo valioso (“te un cuento porque has recogido los platos”), no conviene ofrecerlos como una moneda de cambio (“si recoges los platos, te leo un cuento”). En el primer caso el niño gana confianza y satisfacción. En el segundo caso, sentirá que sus padres no confían en él y que es más como un burro que necesita una zanahoria.

Cuando se debe reforzar:

  1. Cuando sea necesario. El refuerzo surge como algo natural. No es necesario recompensar y premiar todo lo que haga nuestro hijo. Las palabras de reconocimiento pueden perder valor si se repiten en exceso. Lo ideal es recompensar cuando apreciemos progreso y una actitud nueva y positiva.
  2. Inmediatamente.
  3. A plazos. Podemos ayudarlo a sentir satisfacción si hacemos una marca en una pizarra o si ponemos una cara sonriente en una hoja. Dividir metas a largo plazo en pequeñas satisfacciones.
  4. Cuando el niño lo haga mejor. No esperes que la conducta sea adecuada. Recompensa al niño cuando haga las cosas un poquito menos mal que el día anterior.

Los problemas de conducta severos y muy severos para conseguir que adopten un buen comportamiento es necesario pasar por valorar y fijarnos en los pequeños progresos.

Los refuerzos trampa son las recompensas o refuerzos que esconden una trampa y que por tanto son contraproducentes.

  1. Refuerzos que dejan ver la insatisfacción. “Lo has recogido todo, pero he tenido que pedirtelo tres veces”. Aprenderá que no merece la pena hacer el esfuerzo.
  2. Refuerzos que expresan rencor o despiertan culpa. “Muy bien, Ricardo, hoy te has vestido bien, no como otros días”. Con el peso del reproche el refuerzo habrá perdido toda utilidad.
  3. Refuerzos que expresan obligación. “Muy bien Alicia, espero que a partir de ahora lo hagas siempre así”. Mas que una recompensa, el comentario expresa exigencia.

Cuando me esfuerzo y me porto bien -> me siento triste o frustrado

En lugar de decir… Prueba con …
“Lo has hecho muy bien, pero puedes hacerlo mejor” “Lo has hecho genial”
“Muy bien, te has vestido solo. No como otros días” “Te has vestido superbien, ¡si, señor!
“Alicia, lo has hecho muy bien, espero que lo hagas siempre así” “Alicia, eres una campeona”

Alternativas al castigo

Con excesiva frecuencia, los padres frustrados centran toda su atención en las conductas negativas.

Castigar a un niño tiene tres consecuencias negativas. Primero, enseña al niño a utilizar el castigo contra los demás como forma válida de relación, que cuando uno se siente frustrado puede arremeter contra los demás. Segundo, facilitan la aparición de culpa, la finalización del castigo ocurre cuando el niño se pone a llorar y pide perdón. Cuando se siente triste por algo que no debió hacer, sus padres lo perdonan y vuelven a quererlo. Tercero, el castigo no evita que el niño desaprenda lo que aprendió comportándose mal.

Cuando pego, consigo lo que queiro -> cuando consigo lo que quiero, siento culpa -> cuando siento culpa, mis padres me perdonan y me siento bien

Si los mensajes de sus padres o maestros han fijado en su memoria que es un niño desobediente, también actuará en consecuencia. El niño que se sabe desobediente, caprichoso, egoista o vago no tendrá más remedio que actuar en la vida en relación con lo que sabe de sí mismo.

Un castigo-trampa es una llamada atención que en lugar de desmotivar al niño para que haga algo, lo motiva más. Por ejemplo, aquél que descubre que siendo castigado, sus padres le hacen caso. Ser regañado es mucho mejor que sentirse invisible.

  • Castigo trampa: Cuando me porto mal, me hacen caso
  • Reforzando lo positivo: Cuando me porto bien, me hacen caso

Un buen padre o una buena madre no esperan el fracaso, sino que ayudan al niño a conseguir sus metas y a sentirse bien. Si tu hijo tiende a morder cuando se frustra, no esperes al mordisco, ayuda a tu hijo a no llegar a ese punto. Sientate cerca y cuando lo notes frustrado ayudale a controlarse. Si Esteban no acude cuando su padre le llama, este puede quedarse quieto llamándolo y enfadándose cada vez más, o puede optar por ir hasta donde está, tomarlo de la mano con suavidad y llevarlo hasta donde le pidió que fuera. Si Rosa tarda mucho en comer, podemos optar por enfadarnos, o por ayudarla a terminar más o menos pronto partiéndole la carne en trozos más pequeños, dandole alguna cucharada o incluso perdonándole un poquito de comida.

Cualquier persona aprende más rápido si lo hace bien a la primera.

En la vida real nuestras acciones tienen consecuencias. Cuando los padres piensan en consecuencias, inmediatamente piensan en castigos pero no hace falta echar mano de ellos. Si Martín deja el cuarto patas arriba, sus padres pueden establecer la norma de que no se puede sacar otro juguete hasta que no recoja el que Martín no esta usando. No es que lo castiguemos con la imposibilidad de jugar; el niño puede saltar a la pata coja, hacer la voltereta o imitar a un cocodrilo, pero no puede sacar otro juguete hasta que no guarde el anterior.

Si Manuel no cena lo suficientemente rápido, en vez de amenzar con no contarle un cuento, lo que puedes hacer es leer el cuento a una hora determinada aunque no esté presente. Si tu hijo quiere asistir al cuento, tendrá que darse prisa. Si lo hace a tiempo puedes incluso regalarle el leer un cuento extra.

Reforzar es mucho más efectivo que castigar. En vez de plantear “si chinchas a tu hermana, te quedas sin tu rato de dibujos después de merendar”, utiliza “los niños que se portan bien pueden ver los dibujos”. En el primer caso la atención se pone en el hecho de chinchar. Es mejor enfocar el buen comportamiento y el cumplimiento de la norma.

Acciones que han provocado daño a otras personas u objetos han de ser reparadas. Si un niño se queda con los juguetes de otros, en vez que los padres se disculpen por el niño, es mejor que sea el propio niño el que devuelva los juguetes y se disculpe, siempre con el apoyo de los padres de ser necesario.

Cuando un niño pega a su hermano, corregir el daño significa pedirle perdón y darle un beso. Cuando tira algo de comida al suelo puede recogerla y ponerla en el cubo de la basura. Cuando tire la leche, acompáñalo a buscar una bayeta y enséñale a limpiar a él lo derramado.

¿Por qué iba a recogerlo yo si no lo he tirado, y tu tienes manos para hacerlo?

Poner límites sin dramas

Los límites son esenciales en la educación del cerebro. Hay una región en él enteramente dedicada a ello, la región “prefrontal”. Sin lugar a dudas la más importante de todas para conseguir la felicidad. Cuando alguien tiene dañada esta región del cerebro no es capaz de regular sus enfados, de respetar los límites de otras personas y de no respetar las normas sociales para conseguir las metas que desea. Estas estructuras han sido desarrolladas durante millones de años para mejorar nuestras posibilidades de supervivencia en sociedad.

Los padres tienen que poder poner límites para los hijos experimenten los límites normales que hay en la vida.

La capacidad de un niño para fijar sus propios límites y de controlarse son los mejores indicadores de éxito académico y social.

Poner límites con eficacia y sin dramas requiere de esa actitud. La actitud de saber que lo que estas haciendo es bueno para tu hijo. No hay nada que discutir, tener la certeza de cómo va a cabar la escena. Simplemente no permitas que suceda aquello que no quieres que suceda.

  • Sin límites: Cuando agredo -> consigo lo que quiero. Volveré a agredir
  • Con límites: Cuando agredo -> no consigo lo que quiero. No volveré a agredir

Poniendo límites no solo cortamos las conductas no deseadas, lo que ayuda a mejorar el autocontrol del niño, sino que facilitamos que busque otras alternativas, con lo que el niño será más flexible y adaptable.

Aunque quiera algo ahora -> soy capaz de esperar un poquito.

Cuanto más seguro, claro, tranquilo y cálido seas a la hora de decir “no”, más fácil será para tu hijo entenderlo.

Puedes apagar la tele sin decir nada, o puedes acercarte a tu hijo con cariño, reconocerle que ha desayunado muy bien y explicarle que, aunque no puede ver la tele, puedes sentarte con él cinco minutos a leerle un cuento. Hay muchas formas de hacer valer los límites.

Las siete reglas para poner límites sin dramas:

  • Pronto. Pon un límite la primera vez que observes una conducta.
  • Antes. Si ves que tu niño va a hacer algo peligroso o negativo para él, intenta frenarlo antes de que ocurra.
  • Siempre. La clave para que los límites se hagan valer está en que estos estén claros y presentes en todo momento.
  • Consistentemente. Es importante que tu pareja y tú os pongais de acuerdo respecto a qué normas y reglas son importantes.
  • Con tranquilidad. Es importante que los padres se mantengan tranquilos.
  • Con confianza. Una de las cosas más importantes cuando vamos a guiar a alguien es que esa persona confíe en que sabemos por dónde la estamos guiando.
  • Con cariño. Cuando el límite es puesto con cariño, el niño entiende a la perfección que no es un ataque contra él, sino simplemente una regla que se debe cumplir.

El secreto de poner límites no consiste en hacer una escena dramática, sino en conseguir que el niño actue de manera que le hemos marcado. Poner un poco de juego al asunto rebajará la tensión, evitará que le niño sienta culpa, y lo estarás ayudando a que cumpla con lo que estás pidiendo.

Es tan importante el hacer valer los límites como el de saber romperlos. Hay distintos tipos de límites:

  • Límites inquebrantables. Indispensables para garantizar la seguridad del niño.
  • Límites importantes para el bienestar. Se pueden hacer excepciones muy contadas o con matices. Por ejemplo, no se puede pegar, pero si defenderse. Tienen que ver con los valores de los padres y las normas sociales. No se pega, no se escupe, no se miente, no se pueden decir palabras malsonantes.
  • Límites importantes para la convivencia. Los padres los suelen establecer para facilitar el orden y la convivencia. Pueden relajarlas los fines de semana, en vacaciones o cuando hay visita. Por ejemplo el bañarse todos los días, o el comer en salón.

Tener límites que el niño pueda romper cuando nosotros lo concedamos nos va a permitir enseñarle que en la vida hay que ser flexibles, y que algunas normas cambian en función de las circunstancias.

Comunicación

La comunicación entre padres e hijos es la principal via de desarrollo intelectual durante los primeros años de vida. La capacidad de comprender y emitir palabras necesita de un estímulo del adulto. La inteligencia es otra habilidad que se desarrolla principalmente gracias a las conversaciones entre padres e hijos.

La comunicación colaborativa aumenta la probabilidad de que el niño colabore con el adulto.

  • Conversación A: “La cocina esta hecha una pocilga. Llevo media hora esperando que la limpies y tu no haces nada. Solamente estas ahí sentado viendo la televisión. Limpia ahora mismo toda la cocina.
  • COnversación B: “Cariño ¿te has fijado en que la cocina esta bastante sucia? Estoy un poco agobiada porque ya no quedan ni platos para cenar. ¿Que te parece si apagamos la tele y la recogemos? ¿Me ayudas?”

La principal virtud no estriba en conseguir que el niño colabore mejor, sino en facilitar que este se conecte con el pensamiento del adulto.

La eficacia de esta técnica radica en solicitar colaboración del niño y en hacer de las tareas un trabajo en equip. Cuando el niño se siente acompañado, la tarea parece más amena y sencilla que cuando tiene que hacerla solo. Todos estamos más dispuestos a acometer una tarea que parece algo difícil si nos sentimos acompañados. “Quitaté la ropa” suena más difícil a “vamos a quitarnos la ropa”. Es solo una forma de hablar.

Cuando el niño entiende que el adulto pide colaboración, la probabilidad de que responda positivamente aumenta. El ser humano es un ser social. Le gusta sentirse acompañado y disfruta de recibir y ofrecer su ayuda a los demás. Tu hijo quiere ayudarte, quiere estar contigo, y eso hará que sea más propenso a hacerte caso si se lo transmites pidiéndole u ofreciéndole colaboración.

A veces a los niños les cuesta trabajo colaborar simplemente porque no están pensando lo mismo que sus papás o mamás. Dirigir la atención a lo que a ti te preoucupa puede ser muy útil. “Se está haciendo un poco tarde y si no nos damos prisa, no vamos a llegar a la escuela”. Puedes hacer preguntas al niño que le permitan ponerse en tu lugar “¿cómo crees que podemos arreglarlo?” “¿que te parece a ti?”

Es más probable que el niño haga lo que le pedimos si le dejamos cierto grado de libertad en vez de ordenarle hacer cosas. Parte del truco está en que mientras deciden qué quieren hacer, no son capaces de enfadarse y de pelear contigo. En lugar de decirle “tienes que poner la ropa sucia en el cesto y ponerte el pijama” prueba con “¿que prefieres hacer primero: ponerte el pijama o tirar la ropa sucia al cesto?” Puedes darle a elegir entre lavarse los dientes con pasta de niños o la de mayores, bañarse en la bañera o ducharse, etc.

Inteligencia emocional

Educar la inteligencia emocional

El cerebro emocional esta presente en todas las acciones de tu vida cotidiana. Las mayores decisiones que tomamos en nuestra vida son decisiones basadas en la emoción, y solo en un pequeño porcentaje, en la razón. Las emociones con frecuencia no pueden verse, pero suponen un 70% de la energía cerebral.

Según Goleman en su obra Inteligencia Emocional, al igual que tenemos una inteligencia racional que utilizamos para resolver problemas lógicos, hay una emotiva que nos ayuda a lograr nuestras metas y a sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. Experimentar bienestar es un signo de inteligencia tan importante como resolver un complejo problema matemático.

Las perosnas con mayor inteligencia emocional no solo son más felices, sino que también toman decisiones más acertada, tienen más éxito en los negocios y son mejores líderes. Además, todo el cerebro intelectual se construye sobre el cerebro emocional.

Vínculo

El “vínculo” es la relación que el niño establece con los padres y con el mundo que lo rodea. El vínculo que se establece entre padres e hijos es la clave de la autoestima. No hay nada más importante que ayudar a un niño a sentirse bien consigo mismo.

La sensación de seguridad que obtiene el niño al estar en brazos de su papá o mamá es la base sobre la que se asient todo el desarrollo emocional. Sin un vínculo de confianza y seguridad, el niño puede tener serias dificultades para relacionarse con los demás y con el mundo.

La unión entre el bebé y la madre es inigualable, y parte de la magia del vínculo en el momento del alumbramiento es obra de una hormona: la oxitocina. El bebé se siente seguro cuando su cerebro sabe lo que va a pasar. Las rutinas ayudan mucho al bebé se sienta calmado y seguro. No hace falta ni es recomendable ser rígido con las rutinas. Para el niño es tan importante saber que su entorno es seguro como aprender a ser flexible y adaptarse a los cambios.

Junto con el contacto físico, los cuidados más básicos son la principal manera de construir apego. Ocuparte de las necesidades del niño es esencial para ofrecerle una sensación de seguridad y apego. Esos cuidados son fundamentales para su supervivencia, su cerebro identifica y genera apego con aquellas personas que lo proporcionan. Es importante que tanto los papás como las mamás se ocupen personalmente de los niños.

No hay nada como el contacto físico para generar esa unión y ese vínculo de confianza del uno con el otro, y una de las mejores formas de lograrlo es jugando con ellos. Son los ladrillos que construirán el palacio de vuestra relación el futuro.

Para cuando el niño haya cumplido seis años, ya se habrá cansado de “informar” a su madre de todo lo que ha hecho o ha pasado a lo largo del día. Una estrategia más eficaz que “interrogar” a tu hijo es buscar una comunicación recíproca, comparte tus experiencias, inquietudes e ilusiones. Puedes romper el hielo contando una anécdota de tu día “hoy he comido macarrones en el trabajo” o “esta mañana he visto un perro así de grande cuando iba al trabajo”. Si tú compartes con tus hijos experiencias extraordinarias, tu hijo actuará de una manera recíproca. Métete en su mundo y pasa tiempo hablando de las cosas que le interesan, como los personajes de sus dibujos favoritos, aprende los nombres de sus muñecos, etc.

Hay una región dedicado a la empatía llamado la “ínsula”, clave para el diálogo entre el cerebro racional y el emocional. Una de sus principales tareas es entender y dar sentido a las sensaciones desagradables y se activa con rapidez ante estímulos olorosos o gustativos repulsivos, como cuando olemos o probalmos algo en mal estado. Esta región se activa de una similar cuando el niño o el adulto perciben falsedad o injusticia. Muchos padres recurren a mentirijillas para conseguir que sus hijos se duerman, terminen su comida u obedezcan. Si quieres mantener a tus hijos cerca de ti y ayudarlos a confiar en ellos mismos y en el mundo, evita incumplir tu palabra o utilizar la mentira para conseguir lo que quieres. El cerebro no puede permanecer cerca de alguien que miente o incumple su palabra. Le genera repulsión y desconfianza. Faltar a la palabra o mentir acabrá provocando que el niño se aleje psicológicamente de sus padres. Por el contrario, los padres que no se esconden en las mentiras y que cumplen su palabra consiguen crear vínculos duraderos.

Poned empeño en respetar vuestros pactos y haced de cumplir las promesas una prioridad. No prometas nada que no puedas cumplir y no incumplas aquello que has prometido.

Que al final del día el número de comentarios positivos que has regalado a tus hijos supere con creces el número de órdenes, instrucciones o comentarios negativos.

Haz sentir a cada uno de tus hijos que son personas realmente valiosas, míralos como si fueran un verdadero tesoro. Sonríeles. Pasa todo el tiempo que puedas con ellos. Incluyelos en tus planes para que sepan que es un privilegio estar con ellos. Hazles ver y diles que te encanta como son. No esperes que tus hijos te adoren si tu no les haces sentir primero a ellos que son especiales cada día de sus vidas.

Confianza

No hay nada que haga llegar más lejos a una persona que sentirse capaz de lograr aquello que se propone. Aunque la confianza tiene un componente genético, cualquier niño gana confianza cuando las condiciones son propicias. todos los niños tienen la capacidad de tener un alto grado de confianza en sí mismos. Solo necesitan las condiciones propicias; sentir la responsabilidad y la confianza de cuantos estén a su alrededor.

Referente a la guardería, lo ideal es poder acompañar al niño el primer día o en una visita para que explore el aula. Casi todas las escuelas intentan hacerlo de una forma progresiva. ALgo que los ayuda es sentir a sus padres tranquilos. Una actitud de calama y de confianza al dejarlos y una amplia sonrisa y unos brazos abiertos al recogerlos ayudan mucho. Una de las cosas que más perjudican la confianza del niño es el exceso de celo o protección. Aunque sea difícil, es mejor no intervenir cuando vemos que nuestro hijo va a tropezar, o cuando sentimos que está enfrentándose a una situación en la que podría irle mejor con un poco de ayuda. Su cerebro necesita de nuestra confianza.

La “amigdala” se activa cada vez que el crebro detecta una situación peligrosa. El lóbulo frontal en el cerebro racional ejerce una función de control, ofreciendo al niño la posibilidad de dominar el miedo y de seguir.

Tengo miedo, pero lo controlo mi cerebro sabe que puede controlar el miedo.
Tengo miedo, pero no lo contorlo. Mis padres me ayudan siempre Solo mis padres pueden controlar mi miedo.
Tengo miedo y mis padres, pánico Debo sentir miedo porque el mundo es peligroso.

Independientemente del punto de partida de cada niño, la confianza de este depende directamente de la confianza que sus padres depositen en él. La confianza del ni~o es igual a la confianza de los padres en el niño elevada al cuadrado.

Situaciones en las que no conviene proteger al niño o intervenir:

  • Cuando está jugando solo y entretenido
  • Cuando está jugando con otros niños
  • Cuando está interaccionando con otros adultos
  • Cuando ha tomado una decisión sobre algo (aunque se pueda mejorar)
  • Riesgo de pequeño golpe o caída
  • Riesgo de arañazo o susto

Situaciones en las que debemos proteger al niño o intervenir:

  • Peligro de lesión o accidente
  • Peligro de muerte
  • Peligro de intoxicación
  • Conductas de agresión física
  • Situaciones de abuso

Dale a tu hijo mensajes positivos cuando se supere a sí mismo. “Has sido muy valiente”. Es importante que sepas que más que premiar el resultado lo principal es reconocer la actitud del niño. Cuando a un niño le reconocemos el resultado “este puzle te ha salido muy bien”, buscarán otras tareas que puedan realizar bien porque la recompensa aparece cuando la tarea sale bien. Cuando el resultado no es el que esperaba, el niño tiende a evitar tareas complejaso que tienen cierto riesgo al fracaso, y se frustrará. Se puede reconocer lo ingenioso en resolver un problema, o lo que ha disfrutado haciéndolo o el esfuerzo que ha puesto, el niño va a buscar tareas un poquito más díficiles que le permitan seguir esforzándose.

La clave esta en hacer énfasis en la habilidad que puso en práctica el niño en cada momento y apoyarlo también cuando utiliza herramientas que normalmente no suele utilizar. Solo debees estar atento mientras se enfrenta a las tareas y hacerte preguntas sencillas ¿Cómo consiguió abrir aquella cajita? ¿Fue perseverancia? ¿Ingenio? ¿Como estuvo mientras dibujaba? ¿Lo disfrutó?

La vida tiene un lado más duro y feróz, el de la lucha por la propia subsistencia. La responsabilidad no es otra cosa que ocuparse de uno mismo y educar en la responsabilidad es una magnífica oportunidad para enseñar a los niños a cuidarse y a saberse valer por si mismos.

Cuanto antes comience a realizarlas, menos duro le parecerá hacerlas y más confianza adquirirá en sus propias capacidades. En cada edad hay una serie de tareas que el niño puede asumir y que lo ayudan a sentir confianza en sí mismo, a la vez que aprende a contribuir en las tareas domésticas. Por ejemplo, tirar sus pañales, llevar los cubiertos a la mesa, recoger lo que tira al suelo, etc.

Es habitual que los papás y mamás nos empeñemos en ayudar a nuestros hijos a tomar mejores decisiones. Muchas personas se sienten inseguras a la hora de tomar decisiones. La duda casi nunca parte del lado de la emoción, sino que suele ser un componente que aparece desde la razón. Las decisiones más acertadas suelen provenir del cerebro emocional. Una buena manera de ayudar a tu hijo a tomar mejores decisiones es dejarlo decidir, permitirle tomar decisiones guiándose por sus instintos y confiar en que aprenda de sus errores. La mejor estrategia consiste en enseñarle a confiar en sí mismo.

Crecer sin miedos

Una parte esencial del desarrollo de la inteligencia emocional es ser capaces de superar nuestros propios miedos. La manera en la que el niño aprenda a afrontar los miedos de pequeño va a condicionar su forma de hacerlo cuando sea una persona adulta.

Muchos papás y mamás no saben qué hacer cuando un niño vive una experiencia traumática.

Las experiencias traumáticas habitualmente las recordamos en forma de imágenes (flash-backs). Cuando la experiencia traumática es pequeña, el niño es capaz de entenderlo por si mismo. Pero si el susto es mayor, el niño puede no ser capaz de procesar esa experiencia y entonces aparece lo que conocemos como “miedo irracional”. Tu puedes diluir esas impresiones y desactivar esas imágenes traumáticas en su cerebro. Lo único que tienes que hacer es adyuar a tu hijo de lo que ha visto y de lo que ha sentido. Cuando una persona asustada habla y describe lo sucedido, su hemisferio izquierdo (el que se encarga de hablar) comienza a comunicarse con el hemisferio derecho. De esta manera tan sencilla estarás facilitando que la parte verbal y la lógica de su cerebro ayude a la parte visual y emotiva a superar la experiencia. A esto se le conoce como “integrar la experiencia traumática”.

Lo importante no es convencerte a ti y a tu hijo de que el susto no fue nada, al que hay que convencer es a su cerebro.

Es importante ser cálido y cercano a la hora de hablar con el niño de sucesos que le han provocado miedo. El niño debe sentir mucha cercanía y que lo comprendemos perfectamente, de lo contrario, sentirá que nos reímos de él. Es muy importante repasar el relato dos o tres veces a lo largo de los próximos días. Cuanto más procese el niño verbalmente las imágenes e impresiones, más se integrará el evento. Cuando un niño pequeño esta triste o asustado no hay nada que lo ayude más que hablar de ello con una persona que lo comprenda perfectamente.

Hay dos emociones que solo se superan enfrendándonos a ellas. La primera es el miedo y la segunda, la vergüenza. Existen tamién dos tipos de miedos, los instintivos y los adquiridos. Por ejemplo la mayoría de las personas tiene un miedo natural a las serpientes. Los miedos adquiridos aparecen cuando una experiencia previa condiciona que sintamos miedo en una situación similar.

Aunque es fundamental que el niño se sienta seguro y protegido, y toda mamá hará bien en demostrar a su hijo que está seguro entre sus brazos, lo que no es tan acertado es quedarse satisfecho en ese momento de protección. Es imposible que la mamá proteja siempre al niño.

Imagina que un niño le encanta subirse a las alturas y hacer equlibrios, pero un día se cae y coge miedo a las alturas. Merece la pena aydarle a superar sus miedos en siete etapas para pasar del miedo a la confianza:

  1. Utiliza la empatía para calmar ese cerebro emocional que solo siente la necesidad de salir corriendo. Puede necesistar un poco de tiempo. Coge al niño en brazos y valida sus sentimientos.
  2. Validar el miedo y dialogar sobre la importancia de afrontar ese miedo. Convéncele de que hay que volver a intentarlo.
  3. Utilizar la comunicación cooperativa para que sepa que van a superar ese miedo juntas. Házle saber que superareis el reto juntos.
  4. Intentar llegar a un acuerdo respecto a lo que vamos a lograr. Define una pequeña meta, como por ejemplo dar dos pasitos sobre algo a cierta altura.
  5. Realizar la acción solo cuando el niño esté preparado, sin presionarlo y sin forzarlo lo más mínimo. Hacte presente, acompáñalo en este momento.
  6. Preguntarle cómo de satisfecho o contento se siente y valorar su capacidad de superar el miedo.
  7. Repetir otro día la acción, en otro contexto, para favorecer la generalización.

Nunca debes forzar al niño en ningún momento. No debemos empujarlo a realizar la acción, ni tirar de su mano. Podemos tomarlo de la mano a modo de acompañamiento, pero debe ser el niño el que dé el primer paso, o al menos el que se deje guiar con suavidad.

Asertividad

La característica común de las personas con una buena inteligencia emocional es que son asertivas. La persona asertiva es capaz de expresar lo que no quiere o no le gusta, y lo que quiere y le gusta, de una forma tan clara como respetuosa.

Las personas asertivas experimentan niveles menores de ansiedad y se estresan menos. Las personas ansiosas se relajan al conversar con una persona asertiva. Las personas asertivas suelen ser líderes natos.

La observación de conductas asertivas en los padres es determinante. Opina, expresa y haz lo que realmente quieres sin miedo y sin enojo, con claridad y con respeto.

En lugar de:

  • Ir a la mamá al parque cuando no nos apetece.
  • Dejar que el niño se lleve el juguete.
  • Gritar al hombre que se ha colado en el supermercado.

Prueba con:

  • Gracias, pero hoy no me apetece ir al parque.
  • Hola niño. Creo que te llevas un juguete que es nuestro.
  • Disculpe, pero creo que se ha confundido, nosotros estábamos primero.

Todavía son muchos los padres que no son del todo claros y honestos con sus hijos. Los padres inventan todo tipo de excusas, mentirijillas y líos para no enfrentarse al enfado de sus hijos: “Cariño, no quedan piruletas en la tienda”, “Hijo, el señor nos ha dicho que no se puede correr en el supermercado”. Cuando decimos a un niño una mentirijilla, este aprende a decirlas y a que hay que ocultar ciertas cosas, no confiar en su criterio y evitar hablar con claridad. Las personas asertivas no dicen mentirijillas.

En lugar de decir:

  • No se puede
  • No quedan caramelos
  • Tienes que comértelo todo
  • No funciona internet
  • Papá no puede jugar
  • El señor dice que no se puede correr

Prueba con:

  • No quiero que lo hagas
  • No quiero que comas caramelos ahora
  • Quiero que te lo termines todo
  • No quiero que entres a internet
  • Ahora no me apetece, cariño

Haz hincapié en dar a conocer a los participantes sus derechos como personas. Cada uno de los siguientes derechos merece ser respetado:

  • Derecho a ser tratado con respeto y dignidad. No les faltes al respeto a tus hijos ni dejes que nadie lo haga.
  • Derecho a tener y a expresar sus sentimientos y opiniones. Escucha sus opiniones con atención e interés genuino.
  • Derecho a juzgar sus necesidades, establecer sus prioridades y tomar sus propias decisiones. Déjalo decidir por sí mismo, siempre que esté en tus manos.
  • Derecho a decidir “no” sin sentir culpa. No lo hagas sentir culpable porque crecerá sintiendo culpa y rabia cada vez que se salga con la suya.
  • Derecho a pedir lo que quieran. Siempre y cuando entendamos que el otro también es libre de acceder o no a nuestros deseos.
  • Derecho a cambiar. Derecho a cambiar de opinión, gustos, intereses y aficiones. Respeta el derecho de tu hijo a elegir algo distinto de lo que había elegido inicialmente.
  • Derecho a decidir qué hacer con sus propiedades y su cuerpo, mientras que no se violen los derechos de los demás.
  • Derecho a equivocarse. Ayúdalo a entender que no pasa nada si eso sucede.
  • Derecho a tener éxito.
  • Derecho a descansar y aislarse. Tu hijo puede necesitar aislarse, estar tranquilo o desconectar, especialmente cuando esté algo saturado o cansado. Dale su espacio y déjalo estar tranquilo.
  • Derecho a no ser asertivo. Todas las personas podemos elegir en un momento determinado si queremos ser asertivos. Cada situación y cada persona son distintas. Respeta el derecho del niño a no ser siempre asertivo. Ser asertivo en condiciones normales es, sin duda, la mejor opción, pero en la vida no todas las situaciones ni las personas son normales. Dale cancha.

Para ayudar a tu hijo a ser asertivo, dale voz cuando necesite hablar y no pueda hacerlo.

Sembrar la felicidad

El doctor Martin Seligman, fundador de la “psicología positiva” afirma que ser capaces de tolerar la frustración es un seguro frente a la depresión y que los niños de hoy dia no están expuestos a situaciones frustrantes de la misma manera que sus padres o abuelos. Con internet y el auge de la gratificación instantánea, se han perdido ciertos hábitos que cultivan la capacidad de resistir la frustración como por ejemplo esperar al dia siguiente para hablar con un compañero de clase, o espera a la hora de la tarifa reducida, espera a que nos llegasen las cartas para saber de otros, etc. El modelo de gratificación instantánea y el avance de nuevas tecnologías, podría tener graves consecuencias en la salud mental de los niños.

El niño tiene que entender que “no” es una palabra común, porque la va a escuchar muchas veces en su vida.

No hay ninguna correlación entre riqueza y felicidad. Una vez alcanzados ciertos niveles de seguridad, el dinero no da la felicidad. Evita colmar todos los deseos del niño. Esto le va a enseñar que la felicidad no se puede comprar, que la vida no podemos tener todo lo que queremos, que las personas se sienten felices por ser como son y cómo se relacionan con los demás.

En lugar de atenderlo con urgencia, confía en su capacidad de esperar, cultiva su paciencia. Atiéndelo lo antes posible, pero con toda la calma y confianza que te da saber que tu bebé puede soportar un poquito de frustración. Es bueno que su cerebro aprenda que debe esperar ciertos momentos o turnos para conseguir lo que quiere. Puedes enseñarle que antes de sacar un juguete, debe guardar el anterior, que antes de comer debe lavarse las manos, que antes de pintar debe recoger la mesa y que para conseguir aquel regalo que le haría tan feliz va a tener que esperar a su cumpleaños. Seguramente vivirá cierta frustración e impaciencia, pero también aprenderá a a esperar las cosas con ilusión.

No hay mejor receta para ser una persona infeliz que pensar constantemente en las cosas que no tenemos. Las personas felices dirigen su atención a aquellas cosas que son positivas. Una estrategia muy sencilla que puedes aplicar cuando exprese frustración por aquello que sus amigos tienen y él no es redirigir su atención hacia todas las cosas materiales o inmateriales que tienen la fortuna de disfrutar. No se trata de negar sus sentimientos, se trata de ayudarlo a pensar positivamente y explicarle que “aquellas personas que se fijan en lo que no tienen se sienten tristes y aquellas que se fijan en lo que tienen se sienten contentas y afortunadas”.

Antes de leerles un cuento, pido a mis hijos que me digan dos o tres cosas buenas que ha tenido su día. No solo vas a ayudar a tus hijos a fijar su atención en el lado bueno de las cosas, sino que vas a enterarte qué cosas son realmente importantes para ellos.

Las personas agradecidas alcanzan mayores niveles de felicidad. Da las gracias y recuerda a tu hijo la importancia de ser agradecido con las personas. Siendo religioso o no, puedes aprovechar la hora de la cena para agradecer o sentirte afortunado por tener alimentos en la mesa y por poder disfrutar los unos de los otros.

Ayúdalo a engancharse a actividades gratificantes. Aquellas personas que dedican tiempo a hacer cosas que les gustan son más felices que quienes dedican más tiempo a hacer cosas que no les gustan. Se ha demostrado que personas que tienen hobbies y que son capaces de sumergirse en una actividad como pintar, hacer deporte o cocinar, hasta el punto de perder la noción del tiempo, son más felices que las que no.

Puedes ayudarlo a alejarse de aquellas cosas que no le gustan o le hacen sentir mal. Por ejemplo, a veces los niños se obsesionan con un amiguito que no los trata del todo bien, puedes animarlo a jugar con otros niños.

Desarrollo intelectual

El cerebro intelectual tiene menor protagonismo en el niño que en el adulto. El mundo que lo rodea es el mejor maestro para el cerebro intelectual. Lo más importante es que el niño tenga oportunidades de explorar en distintos entornos y con distintas personas. Tenemos que tratar de transmitir con éxito todas las claves que van a permitir a vuestro hijo vivir dentro de su cultura.

Para el cerebro humano no hay un estímulo más complejo que otro ser humano. Interpretar las inflexiones de la voz, las microexpresiones faciales, la gramática de las frases o las motivaciones de otro ser humano es un desafío único. El uso de la tecnología no nos hace más inteligentes pero sí más impacientes.

Una persona puede acumular muchos conocimientos y mostrarse muy inteligente y, sin embargo, tener dificultades para adaptarse a situaciones nuevas o no ser capaz de conseguir sus metas, por lo que se verá adelantada por otras más despiertas o que tienen el don de la oportunidad. La inteligencia tiene muchos matices, quizás la mejor acepción es “la capacidad de resolver problemas nuevos y adaptarse al entorno”. Tener un buen balance entre el conocimiento y la inteligencia ofrece mayores ventajas.

La capacidad de atender y de concentrarse, el dominio del lenguaje, la memoria, la inteligencia visual o ejecutiva son destrezas intelectuales que muchas veces pasamos por alto.

Los programas de ordenador diseñados para entrenar el intelecto de los niños no tienen ningún efecto (positivo) en su inteligencia.

Atención

La atención es la ventana a través de la cual nos comunicamos con el mundo. Las personas adultas se embarcan en cursos de relajación, yoga o taichi para mantener la amplitud de su atención. Los ejecutivos de las grandes compañías practican mindfulness, para mejorar su concentración, creatividad, toma de decisiones y productividad. Sabemos que las aplicaciones el movil, los videojuegos y la televisión no tienen ningún efecto positivo en el cerebro. Lo único que demuestran los estudios es que los niños que practican con juegos por ejemplo es que se vuelven más rápidos y acertados en esos mismos juegos. Los niños que están en contacto habitual con pantallas de móvil, tabletas u ordenadores son más irritables y tienen peor atención, memoria y concentración.

Si se tiene la intención de aumentar la velocidad de atención, se ha de saber que se desarrolla poco a poco.

Hay una región en el cerebro emocional denominada “cuerpo estriado”, estrechamente ligada a la atención, identifica qué actividades o juegos son mejores en función de la intensidad del estímulo y la velocidad a la que llega la satisfacción. El problema es que este sistema puede coparse con unos pocos objetos de deseo. Si el niño cae en las emocionantes redes de las tabletas y los videojuegos puede perder todo el interés por otras cosas. De la misma manera que los niños enganchados a los dulces han perdido el gusto por otros alimentos menos dulces. Si el niño juega a los videojuegos corre el riesgo de perder la ilusión por todo lo demás. Los pocos estímulos lo suficientemente gratificantes para hacer olvidar al núcleo estriado su amor por las pantallas y los videojuegos son las drogas, el juego y el sexo.

Es fundamental educar el paladar emocional de sus hijos para que puedan saborear y disfrutar todos los matices y texturas de la vida antes de anteponerlos a estímulos tan poderosos.

Los niños que pasan más tiempo con cuidadores, pasan también más tiempo frente al televisor. Las dificultades de déficit de atención están muy extendidas en familias de clase alta.

Cuando el niño ha pasado una jornada entera en la escuela, el sistema de auto-control puede estar agotado. Para recuperar su capacidad de ejercerla, deja que el niño juege libremente y se desfogue, que juegue libremente en el parque o que practique algún deporte.

Si quieres evitar que tu hijo se distraiga “con el vuelo de una mosca”, evita interrumpirle su concentración. Respeta esos momentos en los que tu hijo esta tranquilo, mirando un cuento o jugando absorto con un juguete. Evita las interrupciones cuando esteis jugando o conversando; concentrate en una única actividad.

Puedes ayudar a tu hijo a desarrollar una atención tranquila creando espacios y momentos en los que pueda sentirse relajado. Si vas a hablar con él o vais a dibujar, hazlo en momentos tranquilos: cuando su hermano pequeño esta dormido, antes de ponerte a cocinar, o cuando habéis acabado la merienda. Evita las distracciones. Podeis practicar mindfulness – la capacidad de prestar atención plena al momento actual – para niños. Podeis tumbaros para ver cómo pasan las nubes, o cómo se mueven los árboles.

La concentración es la capacidad de mantener la atención el tiempo preciso para terminar lo que estemos haciendo. Puedes ayudar a tu hijo evitando que se distraiga. Cuando veas que comienza a perder el hilo el interés, redirige rápidamente su atención hacia lo que estaba haciendo. Intenta siempre conseguir terminar lo que empezasteis juntos. Cuando comience a distraerse, siéntate a su lado y ayúdalo a seguir concentrado. Cuando veas que ya está muy cansado, puedes llegar a un acuerdo respecto a lo que debe completar antes de terminar. Felicítalo, es importante que se sienta satisfecho.

Memoria

Una buena memoria significa aprender y recordar con facilidad. Una buena memoria hace que un niño aprenda más rápido y ayuda a que disfrute del proceso de aprendizaje. La memoria del niño se estructura, principalment, durante los primeros años de vida; los padres son los grandes protagonistas de esta estructuración.

El desarrollo de la memoria en el niño tiene que ver con las conversaciones madre-hijo. A los pequeños relatos que sirven tanto para captar la atención del niño como para organizar los sucesos ordenadamente los denominamos “narrativas”. Narrar la propia vida y contar historias imaginarias ayuda a estructurar y a organizar la memoria del niño. Todos los papas y mamás pueden fortalecer esa tendencia natural a crear historias elaborando con sus hijos narrativas de lo que han vivido juntos.

Desarrolla conversaciones positivo-elaborativas, es decir, conversaciones ordenadas en el tiempo, haciendo incapié en los detalles ocurridos, centando la atención del niño en los momentos que fueron divertidos o positivos. Las claves de un estilo positivo elaborativo son:

  • Organización: Cuanto más ordenados sean lso recuerdos, más fácil es encontrarlos. El niño de tres años puede recordar varias cosas que han sucedido en un fin de semana, pero le costará discriminar qué pasó el primer día y qué pasó el segundo. Cuando conversemos con un niño acerca del pasado, conviene hacerlo de manera ordenada para que permita hilar cada suceso con el siguiente.
  • Definición: Es importante prestar atención a los detalles. La memoria del niño fija ideas generales, impresiones, pero pocos detalles. Ayudar al niño a recordar pequeños detalles le servirá para desarrollar una memoria cada vez más clara y definida, lo que algunos llaman “memoria fotográfica”. Detalles que no tienen porqué ser necesariamente relevantes.
  • Alcance: Podemos ayudar al niño a alcanzar recuerdos que se encuentran almacenados en lugares remotos. Una manera excelente de hacerlo es dialogar cada noche con ellos sobre lo ocurrido durante el día par evocar distintas circunstancias o anécdotas en situaciones parecidas.
  • Recuerda en positivo: El cerebro humano tiene una tendencia natural a recordar lo positivo y a desechar los malos momentos, lo que nos ayuda a tener un buen ánimo, buen autoconcepto y a darnos confianza. Cualquier hecho agradable permitirá al niño acceder al recuerdo con mayor facilidad. Los recuerdos de nuestra vida se almacenan en el “precúneo”. Cada vez que el niño –y luego el adulto– debe tomar una decisión respecto a si es capaz de emprender un proyecto o de resolver un problema, su cerebro busca en el precúneo recuerdos que avalen su decisión.
  • Recordar lo negativo: Con frecuencia el niño resalta situaciones desagradables o injustas de su día. Es importante que des cabida a esos recuerdos, que ayudes a integrar las experiencias emocionales hablando sobre ellos. Para su cerebro es importante recordarlos. Recordar los errores y los peligros es un signo de inteligencia porque nos ayuda a prever y a resolver problemas en un futuro.

Lenguaje

El cerebro del niño va incorporando cada palabra que escucha en todo tipo de conversaciones y contextos. Desde hace miles de años el conocimiento se ha transmitido a través del lenguaje. El lenguaje tiene una enorme transcendencia en el desarrollo de la inteligencia de tu hijo. La versalitidad en el lenguaje es una de las habilidades más importantes para el desarrollo de la inteligencia. De hecho, la riqueza de vocabulario es la variable que más influye en el cociente intelectual.

Los padres tienen una gran influencia en el desarrollo de una función tan compleja como la del lenguaje. Sus conversaciones diarias contribuyen a enriquecer el vocabulario, a mejorar la comprensión y a organizar el discurso.

Cuanto más se expone al niño a nuevas palabras, mayor es su vocabulario. Hablale mucho. Enriquecer el vocabulario de sentimientos del niño lo ayudará a desarrollar su inteligencia emocional. Intenta hablar al niño de frente para que te mire mientras hablas, gran parte del desarrollo ocurre por imitación de las posturas de los labios y la lengua.

Estar expuesto a objetos y a situaciones distintas de las que puede encontrar en la seguridad de su hogar va a expandir su vocabulario. Llǘate a tu bebé contigo y permítele aprender en el mundo real. Trata de ampliar su círculo social. El contacto con otras personas es una fuente segura de enriquecimiento.

Otra manera de ampliar su universo es a través de las canciones y de la lectura.

Dar instrucciones puede ser un juego complejo y estimulante para mejorar la comprensión y la capacidad de tu hijo de trabajar con palabras. Ayudarle a seguir instrucciones va a permitir que mejore su capacidad de concentración.

Combinando diversas palabras de distintas formas podemos crear nuevos significados. Hay una gran diferencia entre ser capaces de comprender las reglas del lenguaje y ser capaces de emplearlas para construir fraes. Cuando el niño alcance los dos años de edad podemos ayudarlo a expandir sus expresiones añadiendo adjetivos o verbos.

Los expertos en adquisición del lenguaje aseguran que a menos que sea un error muy reiterativo, corregir frases del niño sin señalar explícitamente que ha cometido un error es la mejor manera de ayudarlo a interiorizar y a utilizar la gramática adecuadamente, y evitar que se sienta inseguro en el uso del lenguaje.

El amor por la lectura es algo que se siembre y crece sobre las pantorillas de los padres. Deja al niño que elija cada semana el libro que más le apetece leer. Los niños a los que sus padres leen cuentos todos los días conocen más palabras, tienen la agilidad para reconocer palabras escritas y adquieren el hábito de la lectura diaria. Deja que tus hijos elijan el cuento que quieren que les leas, ponle entusiasmo e interpreta a los personajes.

Cada noche, antes de dormir, repasa el día, añade detalles a sus recuerdos e intenta fijarte en dos o tres cosas buenas o divertidas que ha tenido el día.

Inteligencia visual

La capacidad para percibir, interpretar y construir figuras en el espacio es un de las seis áreas clave que pueden contribuir al desarrollo intelectual de tu hijo.

Pensar en forma de imágenes facilita que el niño se capaz de desarrollar un tipo de pensamiento distinto al lógico. Cuando pensamos con palabras nuestra mente sigue un discurso lógico, cuando pensamos en imágenes lo hacemos de una manera más intuitiva. Las habilidades espaciales estan muy ligadas a la inteligencia social. Cada vez que tu hijo se encuentre de frente a otra persona, su cerebro interpretará de una manera inconsciente cada uno de sus gestos, muecas y caras. El cerebro puede fijar su atención en distintos rasgos de la cara, como la forma que tienen la boca y los ojos y, a partir de esos datos, interpretar qué emoción o qué intenciones tiene la persona.

Los juegos de construcciones son la principal herramienta de los padres que quieren ayudar a sus hijos a mejorar su acapacidad de percibir y construir figuras en el espacio. Los puzles o Legos.

Familiariza a tu hijo con el lenguaje visual. Puedes utilizar adjetivos que describan tamaño, forma, o estado. También puedes señalar la relación que toman los objetos en el espacio utilizando las preposiciones: “Voy a poner el juguete aquí”, “voy a poner el juguete sobre la mesa”.

Un primer paso para favorecer la orientación con respecto al propio cuerpo es ense~ar al niño a diferenciar con facilidad entre la derecha y la izquierda, por ejemplo utilizando frases como “vamos a ir por la calle de la derecha”

Ayuda a tu hijo a razonar sobre el espacio “¿qué está mas lejos, el supermercado o la escuela?”

Puedes jugar a hacer mapas, ellos lo encuentran fascinante y divertido. De esta forma aprenderán a interpretar un plano.

No hay ninguna evidencia a favor del uso de aplicaciones y videojuegos en niños pequeños y, sin embargo, si que hay evidencia en contra.

Juega también a hacer caras. Está demostrado que descifrar e interpretar expresiones emocionales ayuda a desarrollar la inteligencia social.

Autocontrol

Para el cerebro ejercer el autocontrol es extremadamente difícil. Para lograrlo, el lóbulo frontal debe asumir el control absoluto, dominar la parte emocional e instintiva del cerebro y combatir la frustración y el hambre. Es una habilidad de alto nivel que requiere entrenamiento a lo largo de toda la vida.

Los niños que mostraron más autocontrol en preescolar obtuvieron mejores resultados académicos a lo largo de todo el periodo escolar. Cuanto mayor es la capacidad de autocontrol del niño, mayores serán sus logros académicos y su integración social.

Llamamos “inteligencia ejecutiva” al conjunto de habilidades que permiten a la persona decidir metas, realizar planes para conseguirlas, llevar a cabo esos planes y valorar los resultados. El niño que empieza a desarrollar su inteligencia ejecutiva es capaz de controlarse y de no gastar el dinero que le dio su mamá en la primera tienda que ve. La capacidad de tolerar la frustración y de conectar el cerebro emocional con el racional permite al niño satisfacer sus necesidades con más éxito. Un mayor autocontrol es clave también en la prevención de trastornos de comportamiento y en la prevención y el tratamiento del temido trastorno por déficit de atención.

Puedes ayudar al niño desde que es pequeño y poco a poco a dominar la frustración. No hay otro remedio que exponer al niño a cierto nivel de frustración. Intenta calmar sus necesidades pronto, pero no con urgencia. Cuando esté nervioso, ayúdalo a calmarse.

Para un niño, realizar tareas sencillas como vestirse o guardar los juguetes puede ser complicado. Podemos ayudar al niño ofreciendole apoyo, como darle instrucciones paso a paso, pedirle que diga en voz alta lo que va a hacer o ponérselo fácil al dividir una tarea más compleja en pasos más pequeños y así hacer fácil lo difícil.

  1. Primero vamos a limpiar la mesa para que este todo ordenado
  2. Vamos a sacar los alimentos y el plato para mezclar
  3. Nos vamos a lavar las manos y empezamos a cocinar

Las personas con mayor habilidad para enfrentarse a tareas complejas se caracterizan por su buena organización y su aptitud para dividir tareas difíciles en pasos. Tener el terreno despejado para trabajar (preparar), decidir cuál es la parte por la que vamos a empezar (priorizar), y decidir cómo lo vamos a seguir (planificar) van a permitir al niño adquirir el control que necesita para materializar sus propósitos.

Las personas que son capaces de prever las dificultades, ahorrar o trabajar hoy para recibir una recompensa mañana también experimentan grandes beneficios. En muchas ocasiones solo hace falta poner palabras a lo que hacemos y conversar con el niño sobre el mañana. También podemos ayudar al niño a anticipar las consecuencias de sus acciones.

Tan importante es saber cuando ejercer autocontrol como saber cuando desfogarse. De poco sirve enseñar a un niño disciplina si no sabe descaminarse jugando a la pelota. Recuerda el “principio del equilibrio”, aunque el autocontorl es posiblemente la habilidad cognitiva que mejor predice el éxito académico y social, una de sus mayores virtudes estriba precisamente en saber cuándo aplicarlo y cuándo no.

Exponer al niño a distintas personas, contextos y situaciones e ir explicándole en cada momento cuáles son las normas que imperan, puede ayudarlo a entender los distintos grados de autocontrol que debe mostrar en cada momento. También puedes ayudarlo a saber perder el control al darle rienda suelta cuando pueda tenerla. Dejarlo hacer a sus anchas sin que sienta tu presencia o aprobación. Cuando lo notes cohibido, puedes animarlo a hacer el “tonto” o el “bruto”.

Creatividad

El verdadero tesoro de la mente humana es su capacidad para adaptarse y solucionar problemas nuevos. Esto depende en gran medida de la creatividad, que tiene su punto álgido en la infancia y se va perdiendo a medida que el niño crece. Podemos ayudar a nuestros hijos a preservarla para que la disfrute a lo largo de toda su vida.

Existe un fenómeno denominado “pensamiento divergente” que consiste en la capacidad de ver alternativas. No es sinónimo de creatividad pero sí es una capacidad intelectual muy importante a la hora de ser creativos. La creatividad es la base de la inteligencia tal y como la definimos hoy en día: la capacidad de resolver problemas novedosos.

Los sistemas educativos actuales fueron ideados durante la época de la Revolución Industrial, diseñados para educar a nuestros hijos de una manera similar a la que se ensamblan los coches en una fábrica. El principal foco de atención se pone en conseguir adultos más productivos y ajustados a las normas, pero no necesariamente más creativos o adaptables a la hora de enfrentarse a la vida.

El cerebro de los niños es más creativo que el de los adultos porque todavía no ha incorporado ese gran filtro de censura que son las normas y las conveniencias sociales. Su imaginación vuela libre de complejos y cargas. El desarrollo cerebral del niño no es el único responsable de la merma creativa. Los padres, educadores, escuelas, colegios y los sistemas educativos también tienen buena parte de responsabilidad. A menudo ser creativo es demasiado inconveniente y doloroso. Cuando le decimos a un niño que dice algo fuera de guión “¡Qué divertido!” o “¡Muy buena idea!”, reforzamos su imaginación. Debemos hacer un esfuerzo en los hogares y en la escuela por relajar las normas, cambiar las expectativas respecto a nuestros hijos y dar un espacio para que la creatividad se exprese en la vida cotidiana.

Comentarios que matan la creatividad:

  • Así no se hace
  • Eso no esta bien
  • Te has equivocado
  • Vuelve a hacerlo bien
  • Yo voy a enseñarte…
  • Lo has hecho al revés…
  • Está mal…

Comentarios que preservan la creatividad:

  • Qué divertido
  • Muy buena idea
  • ¿Me enseñas?
  • Esta super chulo
  • Me ha encantado
  • Me gusta mucho como lo has hecho
  • ¿Se te ha ocurrido a ti solo?
  • ¡Que bien pensado!

Ofrecele un lugar para crear donde tenga hojas de papel y lápices de colores, plastilina, Legos o construcciones. Haz accesible un cajón de disfraces.

Ofrécele libertad en la elección de los juegos, si quiere leer, dibujar o escribir. La libertad debe ser una prioridad. Ofrecer libertad para que el niño potencie su deseo de aprender y de expresarse es, en gran parte, una cuestión de confianza. Por ejemplo, el aprendizaje por proyectos, hay un temario como en todos los programas educativo, pero el niño disfruta de una mayor libertad para buscar sus propias fuentes, recabar información y crear su propio “libro de texto” con toda la información que entre él y el resto de compañeros hayan podido encontrar. Cada niño puede encargarse de distintas partes del proyecto en función de sus intereses. Introducir la creatividad y un currículo más centrado en los intereses del niño en el calendario académico es una gran ventaja para el aprendizaje.

El aburrimiento es la madre de la creatividad. Cuando el niño no tiene nada que hacer, su cerebro comienza a aburrirse y busca, a través de la imaginación, nuevas maneras de entretenerse. El niño que lo tiene todo y que no tiene tiempo para aburrirse, difícilmente crecerá siendo una persona creativa.

Atrévete a innovar y utiliza toda tu imaginación cuando juguéis juntos. Puedes pedirles que ofrezcan soluciones creativas cuando tengáis que resolver un prblema doméstico, como qué podéis merendar.

Enfatiza el proceso, no el resultado. Para ayudar al niño a conservar su creatividad, lo importante no es que dibuje bien, que sepa las respuestas o resuelva acertadamente los problemas, sino que utilice su imaginación para pensar. Puedes observarlo mientras dibuja, construye o inventa un juego y preguntarle ¿se esta divirtiendo haciéndolo? ¿ha tenido indeas interesantes?

No interfieras. El proceso creativo implica que el niño se mueva libremente por el mundo. Cuanto menos intervengan los padres, mejor. También es importante no reforzar en exceso. Evita calificar sus “obras de arte” u “ocurrencias” con palabras como “bien” o “mal”.

Ayúdalo a conectar. Una de las características de las personas creativas es que son capaces de conectar ideas que parecen inconezas a los ojos de los demás. Las ideas de los niños son tan originales que a veces los adultos no sabemos apreciar su verdadero valor. Si tu hija lleva un chubasquero de rayas, puedes preguntarle qué otras cosas tienen rayas. Una cebra, un paseo de peatones o un pijama de presidario. La capacidad de saltar de un tema a otro es una de las principales características de las personas más creativas e inteligentes.

Despedida

El uso de aplicaciones puede hacer que el niño pierda el interés por otro tipo de actividades mucho más beneficiosas para su desarrollo. Es mejor que lleguen a sus manos de una manera progresiva y una vez que su cerebro haya desarrollado un poco más su paladar emocional y su capacidad de autocontrol, es decir, a partir de los seis años de edad.

La verdadera clave del éxito en la educación reside en dejar atrás los métodos cerrados y los dogmas y vivir el momento. Un gran padre o educador es aquel que sabe detectar la necesidad dedl niño en cada momento y aprovechar las oportunidades educativas que nos brinda el día a día.

La labor más importante de todo padre en los tiempos que corren sea la de no entorpecer, acelerar o adulterar el desarrollo natural del cerebro de sus hijos. Los secretos de una educación de éxito son mucho más sencillos, aunque posiblemente requieran de un mayor compromiso personal. Lo más importante para tu hijo y para su cerebro es que estés presente. Una de las estrategias más inteligentes que podemos utilizar como educadores es ayudar a nuestros hijos a fortalezar las conexiones que unen el cerebro emocional con el racional. Sólo cuando este diálogo es fluido y equilibrado aparece la verdadera madurez.